Y ante esta situación, en la que tu madre te dice que si no la bebes vas a tener problemas de artrosis, mientras que la pija de tu vecina presume de darle a sus hijos bebida vegetal ecológica de almendras, ¡nos hemos plantado y hemos dicho “basta”! ¿En qué quedamos, la leche es buena— buenísima o mala— malísima? Tenemos la respuesta a esta y muchas más preguntas que siempre has querido hacer.
Lo bueno de la leche
La leche es rica en minerales, de los cuales siempre se destaca el calcio, y en vitaminas, sobre todo de la D. Pero su buena fama va más allá del calcio y la vitamina D, así es su composición:
- Calcio y vitamina D. Este tándem es clave para la salud de los huesos.
- Proteínas de alto valor biológico. La leche tiene gran cantidad de aminoácidos esenciales, que son fundamentales para nuestra musculatura.
- Fósforo. Su principal función se centra en la formación de huesos y dientes, además, es necesario para que el cuerpo produzca proteínas para el crecimiento y la reparación de células y tejidos. También aportará energía y mejorará tu humor. Suena bien, ¿verdad?
- Potasio. Es importante para el desarrollo muscular y la descomposición de los carbohidratos. Además, elimina la retención de líquidos.
- Antioxidantes. Como el zinc y el selenio, que te ayudarán a plantar cara al paso del tiempo.
Alergia vs. Intolerancia
Seguro que has escuchado eso de “es que la leche no me sienta bien”. Pues bien, esto puede deberse a una alergia a la proteína de la leche o a una intolerancia al azúcar de la leche —lactosa—. Eso sí, si crees que no digieres correctamente esté lácteo, no hagas experimentos raros y consúltalo con tu médico antes de pasarte a la leche sin lactosa o a las bebidas vegetales.
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